MOLDEANDO EL CARÁCTER DE CRISTO (Parte III)
Tres formas de reconciliarnos con nosotros mismos:
2. Perdonándonos a nosotros mismos
“La fe que tú tienes, tenla conforme a tu propia convicción delante de Dios. Dichoso el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba.” Romanos 14:22
Es más fácil tener fe en otros que en nosotros mismos. Es más fácil perdonar a otros que perdonarse a uno mismo. Tendemos a condenarnos con cosas que Dios ya nos perdonó en la cruz del Calvario.
“Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1:9
Un estilo de vida de confesar diariamente nuestros pecados a Dios, fruto del verdadero arrepentimiento, nos pone en paz con Dios y con nosotros mismos.
“»Simón, Simón, Satanás ha pedido zarandear a cada uno de ustedes como si fueran trigo; pero yo he rogado en oración por ti, Simón, para que tu fe no falle, de modo que cuando te arrepientas y vuelvas a mí fortalezcas a tus hermanos.»” Lucas 22:31-32
A Jesús no le sorprenden nuestros pecados, Él intercede delante del Padre por nosotros para que nuestra fe no falte y podamos levantarnos rápido. Es inevitable que no haya caídas en nuestra vida, lo importante es que aprendamos a levantarnos rápido.
Debemos aprender a estar en paz con nosotros mismos y no permanecer en una actitud de condena sobre pecados que ya fueron perdonados por Jesús.
Vivir sin perdonarnos es semejante a permanecer presos en una cárcel que ya no tiene cerrojos.
- Aplicación: Hemos trabajado mucho en perdonar a otros pero, ¿Qué hay de perdonarnos a nosotros mismos/as? En este día identifica los asuntos que no te dejan estar en paz contigo mismo/a. El perdón significa soltar el pasado. Jesús ya te ha perdonado en la cruz, perdónate a ti mismo/a.