Por fin, buenas noticias!
Dios creó el universo y lo hizo desbordantemente bueno, una creación que representaba su carácter de forma completa.
Un mundo en perfecta armonía donde el mal, el sufrimiento y la muerte no tenían lugar.
Dios creó al ser humano como su obra maestra, como un reflejo de si mismo sobre la tierra, y lo creó con cuatro relaciones perfectas: Con Dios, consigo mismo, con los demás y con el planeta. Además le otorgó la responsabilidad de ser el administrador de toda la creación, por lo que el ser humano debía representar la voluntad de Dios sobre la tierra.
Sin embargo, el ser humano decidió independizarse de su creador, sencillamente decidió rebelarse al plan bueno de Dios para diseñar su propio plan, precipitando al mundo a la decadencia. Esta rebelión dio lugar a una desastrosa fractura en las cuatro relaciones que el ser humano experimentaba.
Provocando una separación entre el ser humano y Dios; sumiendo el alma humana en deseos egoístas, temores y sufrimientos; poniendo en conflicto a unos con otros maldiciendo la creación. Un ser humano roto provocó en consecuencia un mundo roto, desconectado de la voluntad de Dios.
La buena noticia es que Dios no abandonó a su creación a la maldad y destrucción, sino que se comprometió a restaurar este mundo roto y estableció un plan para hacerlo: Jesús fue su plan.
Jesús se hizo hombre y se identificó con todas nuestras rupturas. Como el acto más grande de amor que ha presenciado el universo, tomó la culpa de nuestra rebelión y se dejó romper en la cruz en nuestro lugar. Él fue roto, para que nosotros podamos ser restaurados.
Por lo cual, todos los que pertenecemos a esta revolución de Jesús, estamos en un proceso de restauración de las cuatro rupturas, aprendiendo a relacionarnos con Dios, siendo sanados desde dentro hacia fuera, reconciliándonos con los demás y asumiendo nuestra responsabilidad con el mundo. Nuestro llamado es ser agentes de restauración en este mundo roto por la rebelión del hombre, manifestando activamente la voluntad de Dios sobre la tierra, enfrentando todo aquello que se opone a ella y convocando a la humanidad a reconciliarse con su creador.
Ahora podemos vivir vidas plenas.
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